AFGANISTÁN: ¿La OTAN ayuda al Talibán? No exactamente…

Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) llevan miles de millones de dólares gastados y miles de vidas humanas sacrificadas en sus ocho años en Afganistán, con el objetivo declarado de luchar contra la insurgencia y consolidar la democracia.

Aunque ahora las ganas de Occidente por continuar con esta tarea parecen desvanecerse, algunos pretenden sumar 40.000 soldados estadounidenses a los ya apostados en este país.

Muchos afganos son extremadamente suspicaces acerca de los motivos de la OTAN, e incluso algunos acusan ahora a Estados Unidos y a sus aliados de apoyar al movimiento extremista Talibán, la cual había sido desalojada del poder por la propia coalición militar en 2001.

Hace dos semanas, el presidente Hamid Karzai aseguró que helicópteros de origen "desconocido" transportaban rebeldes al área septentrional norte del territorio afgano. Sus dichos fueron respaldados por el presidente del Comité de Seguridad Nacional del parlamento, Noor-Ul-Haq Ollumi.

Esa aseveración llamó la atención porque se supone que los insurgentes no tienen helicópteros y, por lo tanto, deben haberlos obtenido de alguien que sí los tenga. La consecuente ola de rumores apuntó a Estados Unidos.
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El embajador de ese país en Afganistán, Karl Eikenberry, rechazó las versiones e ironizó que sería contraproducente ayudar a insurgentes, pues las tropas estadounidenses estaban dedicadas a afianzar la seguridad en este país.

El diario londinense The Times informó la semana pasada que el servicio de inteligencia de Italia les pagaba "decenas de miles de dólares" en sobornos a "jefes del Talibán y señores de la guerra locales" en el distrito de Sarobi, cerca de Kabul, y en la provincia de Herat, en el occidente afgano, para que no atacaran a sus soldados.

En ese informe, un alto militar de la OTAN que solicitó reserva de su identidad declaró: "Se pagaron decenas de miles de dólares regularmente a comandantes insurgentes individuales. Fue para detener las bajas italianas, que podrían causar dificultades políticas" al gobierno del país europeo.

Kabul y Roma rechazaron esas acusaciones, pero dos altos militares afganos y un comandante del Talibán corroboraron la versión de The Times a periodistas del propio periódico luego de publicada la serie de artículos que dio origen a la controversia.

Dado el conflicto que se produjo dentro de la OTAN a causa del informe, tampoco puede descartarse que se trate de una hábil y exitosa operación de contrainteligencia del Talibán.

El ministro de Defensa de Francia, Hervé Morin, consideró que la idea de que un ejército les pague a insurgentes para que no lo ataquen rompería la doctrina militar predominante en el mundo. "No tengo ninguna razón para poner en duda la palabra del gobierno italiano", sostuvo.

También el gobierno de Canadá se vio obligado a desacreditar informes similares. Un servicio internacional de noticias indicó que una fuente del ejército afgano le había declarado que soldados canadienses les pagaban a insurgentes en la provincia de Kandahar.

"Con la cantidad de bajas que estamos sufriendo, estos tipos no estarían cumpliendo aquello por lo que se supone que les estamos pagando", dijo un vocero del Comando de Fuerzas Expedicionarias de Canadá, el teniente coronel Chris Lemay.

De todos modos, este tipo de revelaciones no sirven exactamente para que las fuerzas de la OTAN se hagan querer más por el pueblo afgano.

Si fuera cierto que los italianos negocian en secreto con los insurgentes mientras se ufanan de sus triunfos militares —como describe The Times—, la acusación de deshonestidad tendría bases inobjetables.

Para peor, los afganos consideran difícil de creer que Estados Unidos y la OTAN no puedan derrotar a los insurgentes a pesar de su impresionante arsenal, su poder de fuego aéreo, su tecnología satelital y sus inacabables recursos militares.

Más que golpear a los insurgentes y garantizar la seguridad de Afganistán, la coalición se ha retirado de áreas clave como la oriental provincia de Nuristan, la cual dejaron en manos de las milicias opositoras que pronto serán reforzadas por otras que cruzarán la frontera desde Pakistán.

Estados Unidos está muy al tanto —como todo el mundo— de que Pakistán es un refugio crucial de la insurgencia afgana. Y aun así Washington recompensa a Islamabad con multimillonarios paquetes de ayuda económica.

Y aunque Estados Unidos asegura estar actuando para consolidar la democracia y los derechos humanos en Afganistán, también es cierto que ha apoyado a muchos gobiernos pakistaníes que subvirtieron el estado de derecho y encarcelaron a periodistas.

Los afganos que no logran conciliar todas estas contradicciones le ven sentido a las acusaciones como las sugeridas por Karzai y formuladas por The Times.

Y cierran el círculo con un simple así: si un país integrante de la coalición internacional ayudó a la insurgencia, la coalición simpatiza con los insurgentes y no quiere lo mejor para Afganistán.

Por lo tanto, el escepticismo rodea cualquier aporte positivo que la OTAN y Estados Unidos le puedan haber hecho a este país.

Eso impone a los países de la OTAN la difícil tarea de comportarse aun mejor que los ideales que propalan y comportarse con la más estricta adhesión a las reglas del juego limpio, de la transparencia y de las tradiciones culturales afganas.

El gobierno afgano también tiene una misión que cumplir. No es suficiente que se queje de los pasos en falso de la coalición. También debe demostrar que tiene la firmeza suficiente como para hacerles frente a los gobiernos de Pakistán e Irán y también a los insurgentes en su propio territorio, al tiempo que fundan un Estado competente, transparente y libre de corrupción.

Hasta que no cumpla estas misiones, el público afgano tendrá motivos para creer cualquier teoría, desde la supuesta colaboración de la OTAN con los insurgentes hasta una presunta conspiración pactada entre Karzai y gobiernos extranjeros en perjuicio de su propio pueblo. (*Publicado por convenio con Killid Group. IPS y este grupo independiente de medios de comunicación afganos están asociados desde 2004.)

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